En la actualidad nos enfrentamos a un importante reto: cómo conseguir mantener el desarrollo tecnológico y las ventajas que supone el progreso sin comprometer el futuro de las siguientes generaciones. Es, por tanto, necesario conseguir un desarrollo sostenible respetando nuestro medio ambiente. Sin embargo, este objetivo se encuentra hoy en día muy lejos de ser una realidad.

La temperatura media de la superficie terrestre ha subido más de 0,6º C desde los últimos años del siglo XIX y se prevé que aumente de nuevo entre 1,4º C y 5,8º C para el año 2100. Estos datos representan un cambio rápido y profundo. Aun cuando el aumento real sea el mínimo previsto, será mayor que en cualquier siglo de los últimos 10.000 años.

El principal motivo del incremento de la temperatura es el proceso de industrialización iniciado hace siglo y medio y, concretamente, la combustión de petróleo, gasolina y carbón, tala de bosques, etc. Una de las principales consecuencias de estas actividades es el aumento de los gases de efecto invernadero que están produciendo cambios en el clima.

Es pues importante realizar esfuerzos encaminados a la sustitución de las fuentes de energía convencionales tales como el carbón o el petróleo por energías limpias y renovables para conseguir mantener un crecimiento económico sostenible que garantice el suministro energético.